Príncipe Alasdair “Rex” Westwood.

Soy un chico encantador, tomo riesgos, amante de las fiestas, redimido sólo por la sangre real que corre por mis venas. Al menos, eso es lo que la prensa amarilla quiere que creas. Todo eso está en mi pasado, pero todavía llevo el peso de todo lo que he hecho, de la gente que he perdido. En el momento en que veo a Katherine por primera vez en cinco largos años, algo parpadea profundamente dentro de mí. Esperanza, o al menos anhelo. Tal vez no estoy tan muerto por dentro como creo. Tal vez no sea una causa perdida, después de todo. Debo tenerla, no puedo dejarla en paz, aunque sé que está mal. Ella es demasiado buena, demasiado suave por dentro. Nunca he entendido por qué se fue antes, por qué se fue sin despedirse, pero estoy seguro que tenía sus razones. Después de todo, ¿qué mujer en su sano juicio intentaría domarme? Y si no tiene cuidado, va a terminar descubriendo por qué soy el definitivo Príncipe Malo...

Lady Katherine “Kit” Saville.

El “Príncipe Magnum”, como lo llaman en los periódicos, es el mayor idiota que he conocido. Boca sucia, mente sucia y demasiado caliente para su propio bien. Lo detesto. Cuando éramos más jóvenes, tomo mi V-card, pisoteó mi tierno corazón y me dejó con un secreto tan grande que no puedo volver a confiar plenamente en nadie. Ahora mamá se va a casar con el padre de Alasdair, y eso nos convertirá en hermanastros. Hermanastros que solían compartir mucho más que una clase de inglés. Solo mirarlo me hace sonrojar, me recuerda que sigo fantaseando con él tocándome. El único tipo del que dije que nunca volvería a confiar. Aquel cuyo lenguaje sucio y apariencia pecaminosa hace que mi cuerpo anhele. El que absolutamente no puedo tener por tantas razones. ¿Alguna vez aprenderé mi lección, o caeré presa del Príncipe Malo por última vez?